¿Qué es el castigo BDSM, es lo mismo que el vainilla?
Pienso que el castigo dentro y fuera del BDSM tienen muy escasa relación. El BDSM es un entorno de perversión (al margen por tanto de lo usual o aceptable fuera de él) que los participantes comparten. Así pues la sumisa acepta que el dominante pueda aplicarle dolores incluso intensos por cualquier incumplimiento de importancia grande o pequeña, a discreción del dom. Eso es impensable fuera del BDSM.
La esencia del castigo BDSM es su aceptación interna
Puede pensarse que ciertas acciones fuera del BDSM son también ‘castigos’. Por mi parte, creo que llamar castigo a silencios enfurruñados pasivo-agresivos vainilla… es usar el término de manera muy laxa. Estar disgustado y ‘vengarse’ no es lo que llamamos castigo. Para captar la diferencia, hay que pensar que la esencia del castigo es ser aceptado, y ser aceptado el poder de aplicarlo según el propio criterio sin más; otra cosa es una agresión, una venganza, etc…
Sobre el papel ‘educativo’ del castigo
Creo que a veces se imagina la gente una especie de ‘educación’ de la sumisa cual perro de Pávlov, por condicionamiento mediante refuerzos positivos o negativos… En esto desde luego no creo, hasta me hace sonreír un poco… Para empezar sería tener en muy poco el cerebro de la sumisa. En segundo lugar habría que tener un entorno totalmente estabilizado, electrodos implantados, observación constante… y creo que aún con todo no funcionaria o tardaría años. Pero lo más grave es que sería un coñazo para el dom organizarlo, y todo para obtener resultados automatizados que justamente es lo contrario de lo deseado… en fin, que no.
Beneficios del castigo
Por otro lado sí que puede haber un efecto positivo del castigo sobre la actitud de la sumisa. Un efecto indirecto, por medio de la interiorización más profunda del poder del dom. Ya que la conducta de la sumisa no es pavloviana, sino mediada por elementos muy variados, y uno de ellos es la devoción, el respeto reverencial, el sentir muy hondo el poder de él.., sentires que luego se plasmarán en el cumplimiento voluntario, que es el que interesa, no el automático. Cuando la sumisa recibe un castigo y lo siente como propio, asumido y de necesaria aceptación, con independencia de la ‘justicia’ del mismo, la sumisión de su mente se acrecienta en cantidad y calidad; ese sí puede ser un efecto interesante.
Sobre la ‘justicia’ del castigo BDSM y el morbo
En mi opinión y forma de hacer, no es necesario que el castigo sea ‘justo’ en un sentido legalista y mecánico. Lo que sí importa es que no se salga de los parámetros (límites, etc…) de la relación y, ante todo, que esté bien explicado. No digo explicado en términos intelectuales, ideológicos o abstractos; sino aclarando el razonamiento propio y específico del dom para haber decidido aplicar el sufrimiento a la sumisa, así como los efectos que persigue con ese dolor. Ya que es bueno que la sumisa entienda el sufrir (como el resto de su vida cotidiana, tareas, servicio, placer, etc.) dentro de los conceptos, criterios y caminos mentales del dom, que ella ha adoptado como inevitables y prioritarios en su vida.
Personalmente, encuentro adecuado, al menos a veces, que haya cierta desproporción en el castigo. Si a una falta pequeña, digamos un error en alguna acción, postura…, sigue un castigo pequeño, digamos uno o unos cuantos palmetazos en las nalgas, y eso está ya sabido y estipulado por su ‘justicia’ o proporcionalidad, la cosa se transforma en un juego insulso y mecánico. Incluso la sumisa puede hacer sus cálculos y decidir: «Bueno ya me relajo un poquito, si cuela, bien; y si no… pues total unos palmetazos…». Incluso se puede dar el caso de que los palmetazos sean activamente provocados para atraer la atención del dom, etc., etc.
Por el contrario, si a esa falta pequeña, sigue un castigo duro, largo, con dolorosas pinzas o lo que sea…, explicando bien el deseo y objetivo de que la sumisa sienta ese dolor desproporcionado (si bien dentro de los límites, por supuesto), entonces lo que podría ser un juego ligero queda pulverizado por una seriedad contundente, un acto de poder crudo que la sumisa siente muy hondo que necesita/debe acatar con independencia de sus cálculos intelectuales, evaluativos y legalistas, los cuales quedan aplastados y humillados. Experimenta así un potente ahondamiento de la sumisión, sobrepasando su tendencia a ‘controlar’ racionalmente la situación y sumiéndose en un estadio que va ya camino de la esclavitud.
Dolor, morbo, placer
Y aquí llegamos al punto en que sí puede ser placentero para la sumisa (y para ambos), al menos excitante (de hecho es común la excitación física), a través de ese morbo de sentir irresistiblemente el abandono al sometimiento más allá de todo control propio… Así pues, y siguiendo con mi opinión y experiencia personal, el castigo no debe ser ‘directamente’ placentero sino doloroso o muy doloroso; sin embargo puede darse tanto en la sumisa como en el dom una excitación o placer o satisfacción ‘indirectas’ (pero muy deseables) mediante el mecanismo del morbo descrito.
O puede darse el caso de que el impulso al control de la sumisa (impulso que siempre está ahí, oscilando entre la crítica al dom y el morbo de su doblegamiento humillante) es demasiado fuerte, se rebela y exige una ‘justicia’ que ella pueda manejar. Si este va a ser el caso, conviene saberlo cuanto antes… A partir de ahí imagino que hay muchos enfoques (por ej.: todo ello puede racionalizarse por parte de ambos, en términos abstractos, ideológicos (‘sensatos’) que acaso sean capaces de estabilizar la situación).
Imagino que habrá muchos otros enfoques, pero limitándome al que yo mismo experimento, esa emergencia en la sumisa del impulso irreductible a controlar, me hace ya sentir el camino descendente de la relación; se puede encubrir la situación un poco, pues siempre da pena constatar y asumir el fin de una ilusión; pero a la larga la lucha de poder (control) va equilibrando la relación en dirección a una amistad/relación, cuya parte sexual puede seguir formalmente organizada según lo que llaman ‘verticalidad’.