«¿Pides exclusividad?»
(06-04-2013, en Fetlife) …en esta cuestión yo diferenciaría las relaciones con reparto [más o menos] igualitario de poder (‘vainilla’) de aquellas que tienen el poder desigualmente repartido (‘bedesemeras’).
En las relaciones vainilla no hay moralmente ninguna opción preferible, y lo que cuenta es el acuerdo que tengan los participantes, la forma de actuar que se haya consensuado. Lo único malo sería la mentira y el engaño. (Más sobre la exclusividad en el amor vainilla, abajo, en comentarios)
Aquí quizá sea posible hacer la excepción de quien tiene un marido y por otro lado un amo, ya que entiendo que son relaciones diferentes y hasta pueden ser más o menos complementarias, porque se puede querer a ambos pero de distinta manera (es decir, que para mi los sentimientos ‘vainilla’ y los ‘bedesemeros’ son diferentes, aunque también pueden coincidir en la misma persona).
Exclusividad en el BDSM
Sumisa posesiva hacia su Amo. |
Dentro de las relaciones bedesemeras creo que puede llegarse a una exclusividad en la práctica, si la relación es de tal manera que absorbe totalmente a los participantes. Sin embargo no creo que deba exigirse al amo exclusividad, ya que se trata una relación de posesión, en la que el poseedor posee al poseído pero no al contrario, como es lógico. Es frecuente que, por la fuerza de los sentimientos, la sumisa (desconozco si el caso de los sumisos es similar) tenga el deseo de que el amo sea ‘solo suyo’, poseerlo en ese sentido; pero opino que él debe resistirse a esa tendencia aunque no tenga una intención concreta de tener más sumisas, una ‘cuadra’, etc., porque plegarse a esa exigencia sería una cesión de poder muy importante, que lo llevaría a ser de alguna manera ‘sumiso’ de su sumisa, quedando controlado por ella.
En cuanto a la exclusividad de la sumisa, creo que es más exigible, ya que está en su papel y en su deseo el ceder el control al dominante. Si tiene por su cuenta otra relación D/s paralela, es notorio que ha cedido muy escaso poder y está realmente fuera del control de ambos amos. Más que una auténtica relación D/s, sería que ella ‘utiliza’ a los dos amos para juegos morbosos.
También cabe la excepción de que se trate de una ‘familia’ con relaciones de dominación complejas entre varias personas; en ese caso no hablaría ya de falta de exclusividad al tratarse de una relación consensuada compleja, entre un conjunto de participantes.
En todo lo anterior me he referido a relaciones propiamente dichas, con algún tipo de acuerdo; o sea que no he hablado de la situación en que alguien sin ningún acuerdo explícito tiene contactos, juegos, etc…, con diversas personas de manera puntual o informal.
Y una última consideración: en esto, como en todo, una comunicación sincera es la clave. Si la transparencia es esencial en la sumisa, no lo es menos para el dom quien, decida lo que decida, debe tener siempre el poder de hacerlo abiertamente, con sus razones por delante. Ya que andarse con disimulos, tener que mentir para ‘que la sumisa no se enfade’, llevar una doble vida… serían actos deshonestos en general, y particularmente indignos de su condición de dominante.
Un añadido referente al mundo vainilla sobre todo:)
La fase del 'enamoramiento' suele ser posesiva y exclusiva. Por razones psicológicas (incluso algunos dicen que también bioquímicas). En ese estado de pasión no se tolera bien compartir, sea cual sea el modelo de organización de las relaciones que uno propugne ideológicamente. Si se da, es raro que aguante ningún sistema previo, ya sea la exclusividad impuesta tradicional, ya sea la poligamia organizada 'progre'.
En la fase del 'amor maduro' (es decir relaciones sexuales con una cantidad variable de amistad/cariño), ya se puede organizar según el carácter de las personas, pues varía en cada uno la tendencia a los celos, a la posesividad, la necesidad de libertad y/o de seguridad, etc. También que se ponga o no en peligro el propio plan de vida. Por eso un matrimonio puede hacer 'intercambio de parejas'; pero si uno de los miembros se enamora de un tercero, entonces retornan con fuerza la exclusividad, los celos, etc…
En resumen, la pasión no comparte. La pareja 'estable', (vida sexual común, más o menos acompañada de cariño) sí puede hacerlo (aunque depende de los casos y personalidades).