Ha dejado a Guadalupe haciendo su trabajo, vuelve al sillón y retoma el intercambio de mensajes con DonJavi…
Ya desde sus primeras charlas en Fet, el joven dominante había planteado a Héctor, más conocido en el mundillo como MisterKhan, los temas que le preocupaban: cómo mejorar la disciplina de su sumisa, cómo evitar sus quejas, su rechazo a actividades dolorosas o incómodas… Héctor le hablaba de la entrega, del avance paulatino, de los refuerzos… Luego empezaron a verse en el Club Tabú, primero en la tertulia; más tarde en las fiestas de los sábados.
La verdad es que DonJavi es lo que se dice un guaperas, alto, con hombros anchos, figura fibrosa, siempre de traje y corbata, sabe que atrae la mirada en las fiestas. Tiene pelo corto y rubio; sonrisa de conseguir todo de mamá y un gesto pícaro… Con vMariposa hace una pareja ideal; ella, 27 años y un metro setenta más los tacones de aguja, es una rubia angelical y fría, especialmente sus ojos azules, glaciales y, al parecer irresistibles. Siempre con falditas de colegiala, ropa interior o tops muy reveladores de su figura perfecta. Los primeros días miraba a MisterKhan con la suficiencia de su belleza arrolladora y con un aparente respeto a la edad, casi doble, del dominante. Pero éste, ya inmunizado contra la atracción fatal de las nenas esculturales, se propuso ningunearla desde el principio.
El día en que se conocieron, recuerda Héctor, hubo sobre todo charlas teóricas. DonJavi le hacía todo tipo de preguntas y bebía sus palabras con un interés máximo. Tenía hacia el dominante maduro una actitud de respeto y admiración que complacían a MisterKhan, sin bien a veces la reverencia le parecía un poco exagerada o infantil. Pero en conjunto la situación era agradable para el ego de Héctor…
—No aguanta nada, no hay forma de meterla en vereda, Mister —decía DonJavi—, a ver si le das alguna lección de disciplina…
Mientras hablaban de ella, vMariposa mantenía una actitud altiva, atrayendo sobre sí la atención de todo el club y prodigándose en mohines y escorzos. A veces echaba a Héctor miradas de seducción retadora, que éste fingía no ver. En cuanto a las posibles “lecciones”, MisterKhan se hacía de rogar, mostrando un interés reducido en el cuerpo o en la educación de la chica. A ratos se paseaba por el local, saludando a conocidos y charlando con Thor, el clubmaster. Incluso cuando ese día, o el siguiente, DonJavi se dispuso a darle un spanking sobre las rodillas, él se mantuvo en segundo plano.
La escena fue de alto voltaje erótico, por la exhibición de vMariposa, que pudo lucir en su plenitud el culo en pompa, sus nalgas perfectas, descubiertas por un tanga negro, y unos muslos de revista con medias negras de costura… Pero como correctivo, las escena fue menos que light: unas palmadas flojas, mal asentadas, que a duras penas colorearon de rosa la piel, a pesar de las exageradas contorsiones y gemidos de dolor de la sumisa. DonJavi cedió enseguida a las quejas y dio por terminada la escena.
* * *
—No encuentro la fregona, señor.
Se ha acercado Guadalupe en silencio y se ha colocado en el lugar que parece haber tomado ya como propio, en la zona ‘sala de estar’ del apartamento, de pie ante el sillón de Héctor, como esperando audiencia, con las manos cogidas delante del vientre.
—Anda, pues es que… resulta que no tengo fregona —responde Héctor—. A ver si compro una, de momento tendrá usted que fregar el suelo de rodillas, como se hacía antes…
Ella lo mira otra vez fijamente, tanteando en su mirada la fuerza, la intención. No le gustan a Guadalupe los aprovechados, los fanfarrones. Sondea en los ojos de Héctor durante unos segundos, hasta que siente de verdad natural e ineludible aceptar sus palabras. Entonces baja la vista con una oleada de calor en el rostro.
—Sí, señor.
Pronto la ve Héctor avanzar a cuatro patas por entre los muebles del apartamento, con un pequeño balde de agua, y algún tipo de esponja o estropajo. En esa postura, la exigua bata se le recoge prácticamente en los riñones, dejando al aire su poderosa grupa. Héctor la contempla con la mayor desenvoltura, se ha levantado incluso y sorbe una copa de vino situado tras ella. Aprecia sus nalgas, enormes, carnosas y bien torneadas, solo parcialmente cubiertas por la braga —un lado más que el otro—. Entre ellas pueden apreciarse las formas de una vulva muy marcada. Las caderas y la zona superior de los muslos se ven ensanchadas por la grasa, que les hace perder una curvatura perfecta, pero no su morboso atractivo. La parte baja de los muslos, ya hacia las corvas, es más delgada y la surcan finas arrugas paralelas. Para deleite de Héctor, la propia acción de fregar imprime a los cuartos traseros de la mujer un balanceo cadencioso, un movimiento como autónomo, rítmico, de las nalgas que se entreabren mostrando sus pliegues internos.
Sin duda es consciente Guadalupe de cómo son observadas sus intimidades, pues alguna vez ha girado la cabeza hacia su patrón, mirándolo brevemente con aire avergonzado, pero sin hacer nada por cubrirse ni mostrar rechazo a la situación. Héctor observa sus rodillas, con la piel de la zona interna algo floja, pero aún anchas y fuertes; y cómo las levanta y apoya con precaución y con algún ademán de dolor por la dureza de las baldosas.
—Guadalupe, ¿le duelen las rodillas?
Ella vuelve la cabeza sin cambiar de postura, con las manos apoyadas en el suelo, doblando sólo un poco la cintura y dejando su trasero bien expuesto en primer plano. Mira a Héctor de abajo a arriba, con los labios entreabiertos.
—Un poco, señor.
—Bueno, aguante un rato más, ya le queda poco por fregar —le responde él con una sonrisa comprensiva.
Está disfrutando realmente de la actitud sencilla y dócil de la limpiadora, una actitud que le excita incluso físicamente. Aprecia la expresión sensata y sabia, de sus ojos; el esfuerzo humilde de su cuerpo trabajando a sus pies.
—Sí, señor.
Y vuelve a frotar el suelo con energía, dando un meneo rítmico a todo su cuerpo, semidesnudo, plantado a cuatro patas sobre las baldosas.
Impecable relato
En barbecho; muchas gracias por tus palabras, me han hecho mucha ilusión. Espero que te siga gustando la continuación del relato 🙂